
Los árboles, elementos fundamentales de nuestro entorno natural, más allá de su mera función ecológica, suponen una rica experiencia estética, un espectáculo visual en constante cambio a lo largo del año. En primavera, nos deleita la delicadeza de sus brotes y flores. El verano nos trae el esplendor de un follaje exuberante. El otoño nos regala una paleta de colores cálidos y vibrantes. Y en invierno, la estructura desnuda de sus ramas crea patrones fascinantes.
La corteza de los árboles ofrece una gama extraordinaria de texturas, táctiles y visuales, que atraen nuestra mirada, enriquecen nuestro paisaje y estimulan nuestra apreciación estética. La interacción con el sol crea un juego dinámico de luces y sombras: las hojas filtran su luz, creando modelos cambiantes en el suelo, mientras el movimiento de las ramas al viento genera una danza hipnótica.
Los árboles de mis “ARTborizaciones” suponen en primer lugar un regreso simbólico a mis raíces: a través de la metáfora del árbol, se construye un puente visual y emocional entre mi origen español y mi vida en tierras belgas. Pero además, como entidades autopoiéticas, se comunican entre sí a través de los dibujos de sus cortezas o de las formas de sus ramas, creando un lenguaje visual en constante evolución. Mis árboles tienen pensamientos que se manifiestan físicamente: un árbol que “piensa” en flores hace que estas broten instantáneamente, sin importar la estación ni el soporte.
Cada semilla de ARTborización contiene no solo información genética, sino también una chispa de conciencia primordial, que permite al árbol, en esta realidad surrealista, “imaginarse” a sí mismo antes de existir físicamente: mis árboles se “sueñan” a sí mismos antes de germinar, y durante este proceso onírico, diseñan su propia forma, textura y color, cual artista concibiendo su obra antes de plasmarla en un soporte.
Las ARTborizaciones transforman el espacio y el tiempo que las rodean, creando bolsas de realidad alternativa donde no se aplican las leyes de la Física. Constituyen relaciones simbióticas con conceptos abstractos como los sueños, las emociones o incluso las matemáticas. En lugar de polen, intercambian ideas o conceptos, “polinizando” el pensamiento de otras artborizaciones y creando formas nuevas. Las semillas de mis árboles contienen mundos enteros en miniatura, cada uno con su propia realidad y sus leyes físicas únicas.
Mis ARTborizaciones no solo se crean a sí mismas, sino que son arquitectas de su propia existencia y del mundo que las rodea: cada una es una obra de arte viviente, en constante evolución y reinvención. Esta visión surrealista nos invita a repensar nuestra comprensión de la vida, la conciencia y la creatividad, desafiando los límites entre lo real y lo imaginario, entre el ser y el crear. La línea entre creador y creación se difumina y surge un universo donde imaginación y realidad se entrelazan en un baile eterno de posibilidades infinitas.